Se denominan leucemias a un conjunto de tumores líquidos de la sangre, que tienen en común la producción incontrolada de células sanguíneas inmaduras.

Las células normales de la sangre son de tres tipos: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas, y se producen de forma continua a lo largo de la vida y en grandes cantidades en la «médula ósea» (el tuétano de los huesos). Por causas que desconocemos (no contagiosas ni hereditarias) en algunas personas se produce un trastorno de la producción de la médula que lleva a un acumulo, primero en la médula y luego en la sangre, de células primitivas, que no maduran y por tanto no ejercen sus funciones normales. Se produce entonces anemia (falta de glóbulos rojos) fiebre e infecciones (provocadas por la falta de leucocitos) y hemorragias (por la falta de plaquetas).

Hay leucemias agudas cuando son rápidas en su instauración y todas las células que se producen son muy inmaduras (blastos) o crónicas cuando son más lentas y mejor toleradas porque respetan una parte de la producción normal.

Los síntomas de diagnóstico suelen ser por la anemia (cansancio y palidez) por fiebre inexplicada y por hemorragias nasales o cutáneas. Eso lleva a hacer un análisis de sangre y se encuentran enseguida los recuentos anormales y las células inmaduras circulando. Afectan a cualquier persona de cualquier edad, sexo o raza.

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Salvo que ocurran en personas muy mayores, las leucemias se pueden tratar con bastante éxito, sobre todo cuando aparecen en gente joven.

El tratamiento consiste en quimioterapia, a veces con radioterapia. Este tratamiento se realiza en hospitales con Servicios especializados con personal experto en su aplicación, control y seguimiento. Parte de esta quimioterapia requiere ingreso hospitalario, sobre todo en los primeros meses, pero se puede continuar de forma ambulante, dependiendo del tipo de leucemia y de las complicaciones que puedan surgir. En muchos casos el tratamiento quimioterápico habitual se completa con un trasplante de una médula ósea sana que puede ser de un hermano, del propio enfermo ya tratado, o de un donante voluntario. Habitualmente el trasplante se realiza como final de tratamiento y requiere un ingreso de 6 semanas. Posteriormente se necesita un seguimiento en consulta de varios años para asegurarse de la curación y encargarse de cualquier posible problema.

Se pueden curar permanentemente hasta un 60% de los enfermos con leucemia, sobre todo si son menores de 60 años. Pero el periodo de tratamiento es largo, puede ser penoso y no siempre termina en éxito permanente.